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Liderazgo vs Clientelismo - Gobernanzas

lunes, 28 de junio de 2010

Clientelismo con aroma de gobernabilidad

Los intensos aprestos del PRD y del PRSC para que les sean cedidas, por el PLD, la Liga Municipal Dominicana y la presidencia de la Cámara de Diputados, respectivamente, se ha vendido mediáticamente al país como objetivos a ser logrados por y para la gobernabilidad, el equilibrio democrático y la estabilidad del sistema de partidos.

Nada más burdo y falaz que estas aseveraciones. Todo el país sabe que los dirigentes del PRD, Fausto Ruiz, Neney Cabrera y Alfredo Pacheco han estado detrás de la LMD como un trofeo de compensación para recuperar parte de los fondos invertidos en la recién finalidad campaña electoral o bien como premio de consolación. Acerca de esto se han hecho públicas confesiones sobre visitas y mensajes al presidente del senado y secretario general del PLD, Reinaldo Pared Pérez, por dirigentes del PRD.

Lo mismo pasa con los diputados reformistas Ito Bisonó y Ramón Rogelio Genao, quienes tienen un desesperado afán para que les entreguen la presidencia de la Cámara de Diputados, para tales fines se han expresado públicamente Carlos Morales Troncoso y Joaquín Ricardo, presidentes titular y en funciones, respectivamente del PRSC.

Las evidentes prácticas clientelares de ambos partidos se las están vendiendo al público como una fina fragancia con el aroma de valores institucionales: por la gobernabilidad, para el equilibrio, por la equidad y hasta por la pluralidad democrática entre los partidos. Aunque de cuando en vez a algunos se les va el seguro, como a los del PRSC, al decir sin titubeo “es que nosotros les hemos ayudado al PLD a ganar muchas senadurías y por eso merecemos la presidencia de la cámara de diputados”.

Estas oscuras actuaciones de esos líderes políticos le hacen muchos daños el sistema de partidos. A las elecciones se va con el propósito expreso de ganar, pero se sabe que también se puede perder. La población participa en un proceso de elecciones y vota por los partidos y por sus candidatos, pero resulta que cuando los vencidos se saben perdedores, entonces se van al regateo para obtener preeminencia política en algunos cargos o carteras estatales. Esto es puro clientelismo, no otra cosa.

Ese comportamiento conductual, legado histórico de épocas cuyas oscuras referencias no queremos recordar, deben ser echadas al baúl del olvido, verbigracia, los gobiernos de Joaquín Balaguer, personaje definido por nuestra historia reciente como un gran exponente del clientelismo y las prácticas de los acuerdos de aposentos entre líderes y partidos.

Muchos de nuestros políticos se creen poseedores de las verdades absolutas o transeúntes de un camino de una sola vía, la del triunfo. Para estos su ley es: “Si gano, gané, pero si pierdo, entonces no perdí, me arrebataron el triunfo. Mis adversarios son senadores, diputados y síndicos ilegítimos, hay que recontar los votos o quemamos la Junta Municipal”. Todas estas alharacas para después pedir que les den esto o lo otro como acuerdo para la estabilidad democrática y mantener la gobernabilidad partidaria.

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