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Liderazgo vs Clientelismo - Gobernanzas

lunes, 21 de junio de 2010

Entre el pequeño Miami y el gran Haití, preferimos un mejor país.

Desde el presidente de la República, Leonel Fernández, hasta distinguidas personalidades de la sociedad política y económica del país, se han referido, en distintos escenarios parlantes, con el enmarcado teórico de que la República Dominicana se debate entre un pequeño Miami (Nueva York chiquito) y un gran Haití, para con estos términos reflejar la dualidad social en la que vivimos.

En nuestro país cohabitan dos sectores sociales claramente definidos, esto sin querer entrar en disquisiciones dialectico-teóricas sobre el real posicionamiento actual de nuestra cada vez mas malograda clase media.

Existe un importante segmento social (altos funcionarios, empresarios y los nuevos ricos de la sombra) que súper viven en medio de una gran opulencia, estos se la pasan entre caviar, champagne y la buena vida. Los hay que se van de compra o de fin de semana para Miami, cualquier estado USA o europeo. Estos sí que viven en el interior de una etérea burbuja de abundancia y para ellos esa es su sociedad. Claro está, no se molestan en bajar la mirada para observar la cruda realidad que padecen los que son mas.

En contraposición a esto, tenemos un inmensa cantidad de ciudadanos que sobre viven entre las carencias de los servicios básicos mas elementales y la ausencia de bienes productivos y materiales, estos son los llamados, “pobres”, “jodidos”, e “indigentes”.

A través del tiempo y como una desgracia de la vida misma, muchos de estos olvidados terminan en el último grado de la escala de la pobreza, la indigencia total, llegando incluso, en algunos casos a alcanzar el grado de “muertos vivos”, máximo galardón que se obtiene cuando se está a una esquina de la muerte por inanición.

La desesperanza de estos ciudadanos del llamado pequeño Haití es mas notoria cuando saben que la gran mayoría de los políticos de turno no los contemplan en su agenda de gobierno como una prioridad a resolver. En cambio sí observan que cada día se amplían los presupuestos de la nación para realizar grandes obras físicas y estructurales, pero sobre la política de ataque y disminución de la pobreza, nada de nada.

Nuestra sociedad amerita de gobiernos y políticos verdaderamente preocupados por el desarrollo de la productividad nacional, por la creación de fuentes de trabajos si exclusión de sexo ni edad, gobiernos que hagan posible la puesta en ejecución de un efectivo programa de educación a largo plazo que garantice bachilleres realmente preparados, que sean capaces asimilar una verdadera educación superior, sin lagunas ni deserciones.

Se amerita de gobiernos e instituciones estatales capaces de fortalecer las políticas de creación de riquezas, y que estas sean mejor distribuidas para que todos podamos decir que vivimos en un país con mas ricos y menos pobres. De igual manera el estado dominicano está en el deber de trabajar en la formación de un nuevo hombre que admire y respete los códigos éticos y morales como una de sus mayores riquezas.

Cuando el hombre en sociedad pueda apreciar la honestidad, el orden y el respecto colectivo como fuentes inagotables de recursos, entiéndase valores morales y espirituales (conceptuales), con los que está obligado a vivir junto a todos sus conciudadanos, entonces sí podremos apreciar con la fuerza que da la razón y la objetividad, cuales son las ventajas y los beneficios que nos ofrecen todos los mega proyectos y obras publicas ejecutadas desde el estado.

Por esta razón, y por todas las que se puedan agregar, creemos necesario que nuestros gobernantes entiendan que los dominicanos y dominicanas, entre “el pequeño Miami” y “el gran Haití”, preferimos un mejor país, con una mejor distribución de sus riquezas espirituales y materiales, un estado que garantice mejores condiciones de vida para todos los ciudadanos.

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