El folklore y la artesanía como parte del mercado turístico productivo

Las manifestaciones folklóricas y la artesanía dominicanas, malogradas en la actualidad, deben ser incorporadas a la gran cadena de mercados atractivos que vende el país a los turistas extranjeros que nos visitan anualmente, esto como manera de generar grandes divisas, al tiempo que nuestros huéspedes se llevan un lindo recuerdo de las raíces autóctonas que nos identifican como nación.

Nuestra identidad (marca-país) y sus tradiciones culturales están representadas por la herencia tripartita de las culturas taina, española y africana. Si observamos nuestras tiendas de artesanías, vemos que a los turistas que nos visitan les estamos vendiendo artículos de tejidos, cerámicas, cesterías, repujados, lencerías y demás, que realmente responden, en gran medida, a las tradiciones de culturas sur y centroamericanas y no a nuestra verdadera identidad nacional y cultural.

La República dominicana tiene importantes recursos que exhibir, desde el punto de vista histórico, artístico y natural, como son nuestras playas, cavernas, bellas montañas, pero también tenemos nuestro exclusivo ámbar, larimar, tejidos, piezas tainas quinto centenarias, las hamacas, las cerámicas, el casabe, los macutos, el andullo, las canas y demás elementos afines.

Desde hace varias décadas el turismo se ha convertido en una inmensa fuente inagotable de riquezas y de inyección de recursos frescos que ningún gobierno puede darse el lujo de despreciar, pero la realidad es que nadie se ha puesto a pensar cómo combinar el desarrollo de la artesanía y el folklore nacionales, para el mercado turístico, teniendo como base el desarrollo de la producción nacional.

Estos objetivos, de rescate de la identidad nacional y cultural, deben contar con un verdadero apoyo estatal, se amerita de un gobierno que en verdad se preocupe por resaltar, defender y promover nuestros valores autóctonos con todo y su sincretismo mágico-religioso, incluyendo sus comparsas, danzas rituales, salves, pregones, carabiné, bambulá, mangulina y demás ritmos folklóricos nacionales.

La creación de la casa cultural provincial en toda la geografía nacional, como eslabón del palacio nacional de cultura, es una necesidad insatisfecha que debemos demandar a los próximos gobernantes. Procurar que los tour operadores tengan un motivo para visitar cada una de nuestras provincias y que a cada grupo de turistas se les prepare un escenario artístico-cultural con todas las manifestaciones que identifican esa región de manera particular, es tarea de todos y todas.

Esto plantea que los agricultores y comerciantes provincianos verán aumentadas sus ventas y producciones, se desarrollará un gran clúster comercial en donde si incluirán los artesanos, las pequeñas y medianas industrias, alquiler de vehículos de motor y caballos, barcas y botes, servicios de guías turísticos, hoteles y cabañas de montañas, lavanderías, talleres de todo tipo y en fin, todo un engranaje económico que ha de dinamizar nuestra producción nacional.

De igual manera, se ha de plantear el aprovechamiento de nuestras reservas naturales (marítimas, animales, vegetales y rupestres) como forma de incentivar un turismo folklórico, histórico- cultural, de playas, ríos, montañas, lagos, cavernas, paisajes, manglares, dunas y demás recursos naturales que nos identifican como nación y como un importante destino turístico a visitar.