Por la juventud y el género, si que se puede.

Como una asignación de identidad predeterminada o como parte de lo que deberían ser la distribución de sus responsabilidades y roles sociales, a nuestros hombres y mujeres, desde la infancia y la adolescencia, se les van presentando opciones, costumbres y hábitos que han de marcar su futuro laboral y desempeños productivos.

A la masculinidad se les va preparando para insertarse en las esferas públicas y de producción. Mientras que a las hembras les consignan el papel de la parte privada, de la reproducción y del cuidado de los demás miembros de la familia.

Los jóvenes de 15 a 24 años con limitaciones económicas, con pocas o ningunas relaciones con personalidades influyentes, se encuentran fuera del sistema laboral, atrapados por una inactividad forzada que los somete a un mundo de precariedades sin oportunidades inmediatas.

La sociedad política debe dar pasos concretos que atenúen esa trampa de exclusión que margina tanto las mujeres como la juventud en sentido general, se deben crear formulas de inserción laboral, tanto en el sector público como privado, donde las mujeres y los jóvenes se sientan incluidos en la parte social y de genero e integrados en lo económico y productivo.

Nuestras autoridades deben asumir con responsabilidad, por medio del INFOTEP o de cualquier otro organismo de capacitación técnico-laboral, el desarrollo de programas educativos, impartidos de manera gratuita, donde se capaciten a los jóvenes y las mujeres en diversas aéreas del saber, luego colocarlos mediante acuerdos en empresa pública o privada por un periodo de tres meses donde puedan poner en práctica lo aprendido en la parte teórica.

Esta facilidad de pasar por un laboratorio directo y en vivo daría a los y las jóvenes la capacitación y la experiencia que les requieren cuando van a algún lugar en busca de trabajo y por lo que casi siempre los marginan y los mantienen excluidos del proceso laboral.

En los últimos años se ha venido dando en el país un oscuro proceso de integración vertiginosa de nuestros jóvenes y mujeres al mundo de las drogas y de la prostitución. En la politica estatal contra estos flagelos existen dos tipos de escenarios, el de la educación (prevención) y el de la lucha frontal (militar y judicial), y es bien sabido que fortaleciendo el primero se baja el tono del segundo.

Por algunos casos horrendos y escandalosos escenificados en el pais, muchos ciudadanos podrían llegar a pensar que estamos jodidos y vencidos por el mal, pero la verdad es que no. Las autoridades que tienen la responsabilidad de hacer valer el bien ante el mal y que les corresponde la parte preventiva y de la educación en este proceso deben encender los motores y dar marcha hacia delante en este sentido. Manos a la obra señores del gobierno.