El quehacer de los gobiernos que nos hemos gastado los dominicanos y dominicanas en las últimas cuatro décadas de sociedad democrática, permite afirmar que hemos carecido de políticas públicas en sintonía con las necesidades e ilusiones de sus ciudadanos.
Es obvio que los intereses económicos que empujan y sostienen a ciertos candidatos a posiciones electivas terminan haciendo chocar de frente a los funcionarios con las grandes mayorías nacionales, esas que cada cuatro años certifican con sus votos a presidentes, legisladores y alcaldes.
Las verdaderas democracias en el mundo moderno han sabido cohesionar los diversos sectores que convergen en el Estado, permitiendo y fomentando el desarrollo de grandes, pequeñas y microempresas sin que sean afectados los intereses de los sectores productivos y sus fuerzas de producción, que al fin y al cabo vienen siendo, en otro escenario de las relaciones de producción, las mismas grandes masas de consumidores de esos productos y servicios que antes habían elaborado como fuerza de trabajo.
Para nuestra nación dominicana, con escasos políticos que la protejan y representen, es preciso que a la hora de seleccionar las futuras autoridades gubernamentales, congresuales y municipales haga un gran ejercicio aritmético con la puesta en practica de la famosa “formula del despeje” para que de esa manera no tenga que lamentarse por las decepciones que después pesan sobre su conciencia por votar por un candidato sin haber tenido como motivo fundamental el futuro nacional.
El llamado voto critico o de conciencia por parte de la ciudadanía cuando acude a sufragar se hace necesario cada día más. Es preciso señalar que los políticos son hombres y mujeres de carne y hueso, con virtudes y defectos, con logros y derrotas y sobre todo con “pasados y presentes” que dan señales claras sobre sus conductas y prácticas del ayer, esas que los han llevados a ser las personas de “éxito” de hoy. Conocer a los candidatos antes de depositar el voto a su favor es de sabios. Aquí cabria decir: “conozcamos a Mundito antes de darle el carguito”.
La vida misma nos ha enseñado que “todo lo que brilla no es oro” y sabido es que hay muchos políticos que son “tesoros humanos por descubrir”. Dos razones más que suficientes para sopesar nuestras decisiones político-electorales y pensar con detenimiento lo que queremos hacer con nuestro país, sus gentes y sus instituciones.
•El autor es comunicador y politólogo dominicano.
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