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Liderazgo vs Clientelismo - Gobernanzas

lunes, 21 de junio de 2010

El nuevo PRD no es revolucionario ni tampoco verdaderamente nuevo.

La concepción dialéctica del mundo nos enseña en letras vivas, algo que la vida y la naturaleza se han encargado de demostrar, que lo nuevo es aquello que nunca ha existido o lo que sucede a otra cosa, de manera radical, en el orden social o biológico natural.

En tanto que, revolucionario es aquello que transforma lo viejo estableciendo profundos cambios en el orden estructural, ideológico o semántico para solo citar algunas coordenadas y preceptos de por sí elementales.

Cabria preguntarse pues, ¿qué de nuevo y revolucionario tiene ese PRD de Miguel Vargas Maldonado? y luego tendríamos la respuesta adecuada, ¡NADA! Nadita de nada.

El hecho de que un empresario, vinculado a redes internacionales de negocios no muy claros, haya comprado con dinero en efectivo, a mas del 80% de la matricula borreguizada de ese partido no quiere decir, ni sugiere aun, que a esta organización, poseída por el síndrome del caos, el desorden y la corrupción, se le pueda otorgar el certificado de nueva.

Ningún perredeísta puede explicar, sin que se le crezca la nariz, cual es la diferencia –si la hay- entre Miguel Vargas, Hipólito Mejía, Salvador Jorge Blanco y Antonio Guzmán. De la misma forma que Miguel Vargas Maldonado no resiste un análisis diáfano y sincero sobre la procedencia de su escandalosa fortuna exhibida.

Recuerdo que una tarde crepuscular intercambiando copas con un viejo amigo, psicólogo de profesión, me dijo mientras veía un afiche de Miguel: “Esa mirada esquiva y huidiza es bastante expresiva, ahí dentro no hay nada bueno, me lo dicen sus ojos, el hombre nunca mira de frente, Dios nos libre de él”.

Esa manera atropellante de administrar o manejar esa empresa política no luce nada nuevo, pero tampoco nada revolucionaria, los nuevos y revolucionarios empresarios son tan innovadores que hasta les venden acciones a sus empleados para que estos se sientan ser parte integral de la organización para la cual trabajan.

Aquí tenemos todo lo contrario, de lo se trata es de no darle espacios a los demás, es como un “yo fui quien hizo la inversión, este negocio es mío, no quiero socios ni accionistas con decisiones, el que quiera algo debe pedírmelo a mí”.

Jamás se cura un cáncer calmando el dolor, ese PRD no es mas que un sepulcro blanqueado, lleno de todo y mas de lo mismo, a otro perro con ese hueso y ¡que Dios nos libre de ese mal, Amén!

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