Diversos tratadistas y expertos de la sociología han abordado el
tema del carisma a través del tiempo, y
tanto ayer como hoy tenemos valores con patrones distintos por los
cuales definir el verdadero carisma de un líder, así como el significado de su
utilidad social frente a su entorno político-partidario y la sociedad en
sentido general.
Como no se puede
hablar de carisma sin partir de sus orígenes y su etimología, debemos dar una
mirada retrospectiva a los llamados 7 dones divinos que son: sabiduría,
conocimiento, inteligencia, consejo, fortaleza, piedad y temor a Dios. Estos
dones son la raíz o el punto de partida de los 20 carismas conocidos hasta hoy,
entre los cuales están la Hospitalidad, la limosna, la coordinación, el
pastoreo y la dirección, entre otros.
Queremos
advertir, sin embargo, que existe un punto de inflexión o convergencia entre el
Don y el Carisma. Y se trata justamente del punto o nivel donde se encuentran o
hacen transferencia el Carisma del líder que preside las palabras y que invita
a sus fieles a cerrar sus ojos, levantar sus manos y seguirle ciegamente o
aferrados a la fe divina que los conmueve y congrega en su Secta, Iglesia,
partido político o grupo social. Y el Don de la Fe que hace a los congregados o
militantes creer ciegamente en las
palabras o discursos de su orador y guía que los arenga con su mensaje político
o espiritual.
El carisma puede
ser de utilidad pública, de servicios sociales, como también de satisfacción
del ego individual o de favorecer prácticas letales. Basta con analizar los
carismas que encarnan líderes de extremos opuestos como Adolfo Hitler y Mahatma
Gandhi o Nelson Mandela y Osama Bin Laden, para saber que el término carisma
parte de distintas variables y variopintas apreciaciones. En distintas épocas
hemos visto a líderes carismáticos manipular a millones de hombres y mujeres
que les siguen por fe ciega, convicción política, por su fuerza de poder o por
su apego a principios éticos y morales.
El sociólogo alemán, Max Weber, señala en diversos textos lo siguiente: “el carisma surge de la relación del líder con sus seguidores”... algunas figuras excepcionales han revolucionado la política por la fuerza de su personalidad, porque su carisma es un don que los aparta de los hombres ordinarios y comunes”, pero además agrega: “el carisma perdura solo hasta que se identifique y sea capaz de satisfacer a sus seguidores”.
Los primeros
analistas y exponentes del carisma han señalado que éste es un don o gracia que
tiene o adquiere el hombre, que solo debe usarse para el bien común y servir a
los demás, ya que los mismos son dones que se dan y se quitan. Los seguidores,
adeptos, lacayos o correligionarios siguen de cerca las actitudes de sus
líderes y cuando estos no les satisfacen sus necesidades o dejan de llenar sus expectativas,
entonces se apaga la magia y el carisma desaparece.
Aunque el
talento es natural y el carisma es adquirido, existen líderes poseedores de
estas dos cualidades, y cuando esto sucede entonces se convierten en hombres
excepcionales o prohombres. Es importante resaltar En Alta Voz que aun cuando
en el mundo han existido diversos lideres carismáticos de ideologías y
criterios diferentes, hay algo en común, todos usan la persuasión como arma
fundamental para alcanzar sus propósitos.
Adolfo Hitler,
por ejemplo, llegó al poder por medio de unas elecciones y sus discursos para
justificar sus crímenes eran electrizantes y provocaban frenesí en sus seguidores.
Osama Bin Laden, de su lado, utilizaba el carisma mesiánico para lograr sus
metas letales, siempre usaba la persuasión y jamás la coerción con sus
seguidores.
Es bueno
resaltar que en nuestro país, y de manera particular en el Partido de la
Liberación Dominicana (PLD) se ha dado una polémica interesante respecto a los
carismas del ex-presidente Leonel Fernández y del actual mandatario Danilo
Medina. Dos lideres carismáticos con visiones y comportamientos totalmente
diferentes. Veamos algunas notas.
Al ex-presidente Fernández le resaltan los dones carismáticos de la inteligencia y la sabiduría, estos, adheridos a su alta capacidad intelectual, lo que combinado con el uso de la retórica discursiva y el buen arte de la “cotorra” como diría un buen dominicano, indudablemente todo esto le genera una aceptación impresionante, tanto en su Partido de la Liberación Dominicana como en la población nacional.
El actual
presidente Danilo Medina, de su parte, además de la sabiduría, el conocimiento
y la inteligencia, es poseedor del don originario de usar el carisma para
servir a los demás. Indiscutiblemente que esas cualidades naturales y
adquiridas de este estratega político dominicano, así como su gran sensibilidad
social y su convicción boschista de servir al partido para servir al pueblo, lo
han llevado a dirigir los destinos del
país, aunque en la época en que reinaba el león, a Medina le acusaban sus
detractores, de no ser un hombre carismático al estilo de Fernández. Y muchos
de aquellos que ayer le maltrataban hoy se rinden ante sus pies. A ellos Medina
siempre les decía: “cada maestro con su librito y yo tengo mi propio estilo de
hacer las cosas”.
Amigos y amigas,
dos ejemplos prácticos y locales de conocer la diferencia entre el carisma
cosmético del buen hablar y el carisma funcional de utilidad social.
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