Manuel Díaz Aponte
Con la dolorosa partida del líder de Venezuela Hugo Rafael Chávez Frías, no tan solo esa hermana nación ha perdido a un hombre de trascendencia histórica sino toda América. En realidad, fue un político de acción, comprometido con la causa de los que más sufren y que necesitan de la ayuda solidaria.
Su impronta en la conducción del Estado venezolano ha quedado sellada para siempre, en letras doradas con la simbología del amor y entrega que siempre exhibió hacia su querido pueblo y toda América Latina.
Chávez sembró y cosechó como nunca ningún otro gobernante de la Patria del Libertador Simón Bolívar lo había logrado. Su legado está en el corazón de su pueblo, que lo recuerda y recordará siempre.
Las imágenes difundidas por la televisión de los actos funerales del comandante y líder de la República Bolivariana de Venezuela, reflejan el impacto que ha tenido su muerte entre los venezolanos y pueblos latinoamericanos.
Pero al mismo tiempo, el respeto, admiración e identificación de los sectores más pobres de Venezuela con la obra de gobierno que ejecutó en los catorce años que estuvo en el poder el carismático presidente.
Realmente cuando un gobernante asume la aplicación de políticas y medidas sociales desde la conducción del Estado, dirigidas a mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos, tendrá el apoyo de su pueblo. Y el ejemplo de Hugo Chávez es muy elocuente.
La historia registra muy pocos nombres de mandatarios latinoamericanos que efectivamente hayan tenido la voluntad política, inteligencia, compromiso y disposición de gobernar en beneficio de los desamparados de la fortuna.
Juan Domingo Perón, notable político, militar y presidente de Argentina, que dominó el escenario de esa nación suramericana por casi tres décadas impulsando programas sociales y reivindicaciones hacia la clase trabajadora y Luiz Ignacio Lula Da Silva, que en dos periodos gubernamentales al frente de la República Federativa de Brasil pudo sacar de la pobreza extrema a 40 millones de brasileños, son dos ejemplos que debemos resaltar.
¿Es tan difícil gobernar para la mayoría del pueblo? Historiadores y politólogos de estos tiempos coinciden en que el factor primordial es la voluntad política de quien ostenta las riendas del poder de una nación. Lógicamente, el nivel de compromisos asumidos con la clase social dominante será decisivo para la ejecución o no de las metas en la agenda de un Gobierno. Las transformaciones económicas y sociales impulsadas por la administración chavista superan a los gobiernos que le precedieron en los últimos cien años.
Y ese factor, sin duda será decisivo cuando el pueblo de Venezuela acuda a las urnas el 14 de abril venidero para elegir a su nuevo presidente.
Nicolás Maduro, a quien Chávez señaló como su posible sucesor ante la eventualidad de un agravamiento de la salud que le imposibilitara continuar al frente del gobierno, indudablemente se convertirá en el nuevo mandatario de la nación suramericana.
La mayoría de los venezolanos acudirá a las urnas no tan sólo para honrar la memoria de su líder, sino igualmente por agradecimiento a sus esfuerzos en llevar una mejor calidad de vida a su pueblo.
Maduro, ha demostrado ser un político audaz que sintoniza muy bien con la visión que postuló Chávez desde el poder. Su intervención en el funeral de Estado ante el féretro del presidente Hugo Chávez Frías en las instalaciones de la Academia Militar en Caracas, le permitió obtener una buena calificación.
De su lado, el candidato opositorHenrique Capriles no parece articular un discurso atractivo que permita cambiar la actual correlación de fuerza en la sociedad venezolana.
0 comentarios:
Publicar un comentario