Por razones de ética política y sensatez personal, todo el funcionariado que representa el entramado del estado actual que ha encabezado el presidente Leonel Fernández en estos últimos ocho años de gestión, debe renunciar a sus funciones y dejarle el camino abierto y despejado al presidente electo, Danilo Medina, para su toma de decisiones sin complicaciones. Es bueno entender que la renuncia es elegante, mas, la destitución es humillante.
Con algunas diferencias de los cuatro años del periodo 1996-2000, donde hubo diferencias de caras y de comportamientos morales, todos los ministros y miembros del actual gabinete presidencial son un postalita repetida que la población desea con ansias sean sacadas del álbum gubernamental y en sus lugares darle pasos a otras figuras que representen caras nuevas y sobre todo un nuevo estilo de dirigir la cosa publica.
El organigrama del Estado Dominicano está representado por 21 ministerios, 4 organismos especiales, 56 direcciones generales, 36 institutos especializados, 13 oficinas administrativas y 8 comisiones de áreas puntuales. De un total de 130 instituciones publicas de alto nivel gerencial, apenas el procurador general de la República ha presentado su renuncia de manera irrevocable, los demás se mantienen tímidos para hacerlo y hasta esperanzados de seguir en “su finquita”.
La gran mayoría del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) parece haberse casado con el Estado Dominicano o cuando menos haberlo heredado por “secula seculorum”. En estos 12 años de gobierno del presidente Leonel Fernández, los del CP, han pasado de ser una cúpula política e ideológica a una estructura económica con fortunas incalculables, aun así, quieren atrapar a Danilo Medina en la falsa red del compañerismo partidario.
Nosotros, respaldamos a Danilo Medina por considerarlo poseedor de una visión de gobierno distinta y diferente a la de la mayoría de esos miembros del CP del PLD y ni que decir de los flamantes “amigos del presidente Fernández” que no conocen las penurias que han pasado los “compañeritos de la base” de la organización que fundara el profesor Juan Bosch. Danilo no debe gobernar con esa claque, y si se ponen guapitos con el nuevo presidente, pues allá ellos.
Danilo tiene un compromiso con su pueblo, con la sociedad que lo eligió aun con el desgaste natural que genera un tercer periodo de un mismo partido en el gobierno, con dificultades económicas foránea e interna y con sobrados casos de corrupción administrativas como para no ganar las elecciones si hubiese sido otro el candidato y no Danilo Medina. Hay que salvar al PLD de esa elite de poder con voracidad insaciable.
La población dominicana confió en Danilo como una figura redentora e inmaculada que se impuso por encima de todo pecado original, de lo pecaminoso e inmoral. Para la clase política que ostenta la cresta del PLD, Danilo es su tabla de salvación o patente de corso para mantenerse en el poder más allá del 2016, por lo que en lugar de crearle un cerco acosador, deben protegerlo y venerarlo como su nuevo Mesías salvador.
Una buena parte de los “todopoderosos” que componen el cuerpo administrativo del gobierno de Leonel Fernández, se han dedicado a pagar campañas mediáticas de “bolas”, “prendas” o “futuros gabinetes” donde figuran sus nombres para repetir en sus posiciones o para ir a otras carteras donde les gustaría mudarse a partir del 16 de agosto. Danilo Medina no ha hecho ningún tipo de compromiso para cargos públicos con nadie en particular, de manera que déjense de ese “tigueraje”.
El excelentísimo presidente electo, Danilo Medina, quiere derramar la riqueza hacia los sectores menos pudientes, sacará millón y medio de personas de la pobreza extrema y los elevará a la condición de clase media, le dará poder de compra y consumo a los que viven por debajo de la línea general de la pobreza, y para eso es necesario desprenderse del estilo de gobernar de aquellos que han hecho todo lo contrario en este sentido.
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