Por Ramón Núñez Ramírez .-
En 1992 se realizó la reforma
impositiva más completa y exitosa, porque redujo tasas y aranceles y
simultáneamente elevó las recaudaciones; sin embargo desde el año 2000
se han realizado nueve reformas tributarias que no han logrado el
objetivo de mejorar los ingresos fiscales y por el contrario han creado
distorsiones y penalizaciones a sectores económicos.
La
Estrategia Nacional de Desarrollo define con claridad “la necesidad de
que las fuerzas políticas económicas y sociales arriben a un pacto
fiscal orientado a financiar el desarrollo sostenible y garantizar la
sostenibilidad fiscal a largo plazo, mediante el apoyo sostenido a un
proceso de reestructuración fiscal integral y el marco de una ley de
responsabilidad fiscal” (Art. 36, Ley 1-12).
Durante muchos años
hemos escuchado el estribillo de la supuesta dilapidación de recursos y
la necesidad de que el próximo gobierno implante una fuerte política de
austeridad y reduzca el gasto público como paso previo a una reforma
impositiva. El problema no es el monto del gasto; República Dominicana
tiene un gasto público inferior a la media de la región (en 2011 en AL y
el Caribe el gasto promedio fue 21.2% del PIB y la RD 15.8%). Por
supuesto, nadie discute que es necesaria una mayor disciplina, calidad
en el gasto, y se cuenta con los instrumentos, desde el conjunto de
leyes resultantes de la Reforma de la Administración Fiscal, hasta el
Sistema Nacional de Planificación e Inversión Pública.
La calidad
del gasto es una parte importante de la ecuación, pero la otra parte lo
representan los ingresos fiscales, que con el actual esquema tributario
son insuficientes para pretender mejorar la educación, dotar a todos
los dominicanos y dominicanas de un adecuado sistema de salud, mejorar
los niveles de seguridad ciudadana y además seguir invirtiendo en
infraestructura para el desarrollo, como son carreteras, acueductos,
presas, viviendas, etcétera.
La aritmética presupuestaria no se
equivoca. En 2011 los ingresos totales (incluyendo donaciones) fueron
equivalentes al 13.2% del PIB. Ese año el gasto alcanzó el 15.8% del
PIB. El resultado presupuestario fue deficitario en RD$54,398 millones
(2.6% del PIB). Es decir, con uno de los niveles de gasto más bajos de
la región (solo Guatemala y Haití gastan menos en términos del PIB) las
recaudaciones fueron insuficientes. En el presupuesto del próximo año el
4% del PIB para educación y 2.5% para el pago de intereses de la deuda
consumirían la mitad de los ingresos totales del gobierno. ¿Y salud,
asistencia social, seguridad, inversión pública? Es imposible pretender
lograr las ambiciosas metas de la END con ingresos fiscales moviéndose
en torno al 13% del PIB.
La incapacidad de aumentar las
recaudaciones fiscales y la mala calidad del gasto conducen al déficit
fiscal que debe ser financiado mediante el endeudamiento; pero el país
ha llegado a un punto que si continua elevando la relación deuda/PIB
caería en la insostenibilidad fiscal y crisis económica. Por eso es
necesario ese pacto fiscal, en donde las autoridades se comprometan a
manejar los recursos con sentido de prioridad y transparencia, mientras
por otro lado se pacte una reforma impositiva que permita elevar
la
presión tributaria partiendo de eliminar leyes y distorsiones, con un
sistema impositivo sencillo, equitativo, de bajas tasas, con amplia
base, y que racionalice las exenciones impositivas.
El tema
fiscal representa uno de los grandes retos de la próxima administración,
pues con ello nos jugamos la estabilidad y el desarrollo; así, una
estricta disciplina fiscal, priorización del gasto, mayor transparencia
en la ejecución presupuestaria y la conclusión de un pacto fiscal, cuyo
producto final garantice el cumplimiento de las metas contempladas en la
END, colocaría al próximo gobierno del Lic. Danilo Medina en el camino
de “hacer lo que nunca se ha hecho”.
Fuente: | hoy.com.do | 24-06-2012
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