La campaña electoral es un plan de ataque político en el que los contrincantes desarrollan sus fortalezas y aprovechan las debilidades de sus oponentes para asestarles duros golpes y con esto, ganar adeptos que luego se convertirían en votos. Dentro del marco del respeto a la ley electoral, la prudencia política y la ética social frente a los adversarios, todas las armas son posibles y aceptables.
Campaña negativa. En la disputa electoral por el control del poder político y económico del estado, las campañas negativas son totalmente legítimas. Se trata del ataque y contra ataque, observar las debilidades que tiene tu oponente y golpear. Tratar siempre de pegar en el punto que más le puede doler a tu rival y por donde se le haga perder más energía, es decir, arrancarle votos. Se trata de una campaña de contraste.
Campaña sucia. Es cuando se usan las mentiras y las fabulaciones para dejar en el subconsciente de los electores una falsedad que por repetirlas mil veces se busca convertir en verdad, utilizando los elementos perceptivos y la manipulación de la opinión pública. Los que practican este tipo de campaña y metodología se basan en el concepto de que: repite y repite que algo queda.
En la guerra, en el marketing y en la política se acostumbra ejecutar los métodos de campaña negativa y de campaña sucia. Generalmente cuando los argumentos propositivos de tu plan de marketing o político electoral no son suficientes para alcanzar las metas que te has trazado en el tiempo acordado; cuando ves que la competencia te lleva la delantera, entonces te ves tentado a hacer uso de los métodos degradantes y viles.
Recientemente, en EE. UU. Pudimos presenciar una gran campaña sucia que se planificó contra el presidente Barack Obama, tanto en las primarias del Partido Demócrata como en su contienda contra el republicano, John McCain. Allí se usaron todos los falsos argumentos para pintar al actual presidente Obama como un ser inútil, negro africano, enemigo de los intereses de Norteamérica y quien sabe cuántas cosas más.
Una foto juvenil del presidente Obama con su abuela de Kenya.
En la actual campaña electoral que vivimos en la República Dominicana, se debaten los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Dominicano (PRD), quienes postulan como sus candidatos presidenciales a Danilo Medina y a Hipólito Mejía, respectivamente, y estos a su vez llevan a Margarita Cedeño de Fernández y Luís Abinader como sus candidatos a la vicepresidencia.
En momentos en que, de cinco, cuatro firmas encuestadoras; Asisa Research (52.1%), Hamilton Campaigns (50%), Benenson Strategy Group (50%) y la Penn, Schoen & Berland (46%), hacían público sus trabajos, dando como favoritos a Danilo Medina y a Margarita para ganar en la primera vuelta, los estrategas y voceros del grupo que sigue a Mejía, iniciaron una campaña sucia contra la candidata vicepresidencial del PLD y otros funcionarios civiles y militares del actual gobierno que dirige Leonel Fernández.
Marcos Marínez
La primera invención decía, usando como vocero al abogado santiaguero, Marcos Martínez, que la Primera Dama de la República y candidata vicepresidencial del PLD era poseedora de una cuenta bancaria en el Danske Bank de Dinamarca, lo que fue desmentido por la propia institución financiera mediante una certificación enviada a la Superintendencia de Bancos de la República Dominicana.
En todas las encuestas presentadas en los últimos días, Margarita Cedeño de Fernández, es considerada la persona mejor valorada de la actualidad política nacional. Y es bien sabido que esta candidata vicepresidencial le suma considerablemente a Danilo Medina y garantiza su triunfo en primera vuelta. Ahí está el detalle, esa es la gran preocupación.
Se le olvida o desconocen los estrategas de campaña de Hipólito Mejía, que las campañas sucias por lo general surten un efecto bumerang, donde el objeto lanzado se revierte en contra del mismo sujeto que lo ha lanzado. Por demás está decir que la psicología enseña que en sentido general la gente se identifica con las victimas y termina aumentando su apoyo y adhesión a sus causas y propósitos.
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