Del crimen cibernético a la fabulación

Por Jesús Belén

La Constitución de la República es la principal norma jurídica en la legislación de prensa de la nación. El crimen cibernético, se ha tipificado, muy recientemente, en la ley 53-07. La ley 6132 regula, de manera muy difusa, la responsabilidad de los comunicadores y los medios de prensa del país. Y las redes sociales crecen y se desarrollan de manera vertiginosa.

La sociedad norteamericana regula y penaliza el crimen cibernético y es drástica en los casos de la violación a la privacidad del individuo. En muchos países de Europa ya se están dando pasos importantes en la regulación y control de las redes sociales. En nuestro país se debate un proyecto de ley innovador sobre prensa y comunicación, de la autoría del presidente Leonel Fernández.

Justamente, por lo ambivalente de los aspectos reguladores del tema en cuestión, tenemos a personas en los medios de comunicación que, sin ser periodistas y por el simple hecho de favorecer a intereses económicos o políticos, caen en lo que llamamos manipulación de la información, falsificación de escritura y violación a la privacidad individual.

Recientemente en la ciudad de Santiago de los Caballeros un ex diputado por el PRD que hace vida y negocios en los medios de comunicación, decidió acusar a la candidata vicepresidencial y primera Dama de la República, Margarita Cedeño de Fernández, de supuestamente poseer una cuenta bancaria en el exterior de unos 43 millones de euros. El personaje en cuestión llegó a la osadía de presentar unos supuestos cheques que avalaban su temeraria denuncia.

La primera Dama, Cedeño de Fernández, se constituyó en parte civil y apoderó del caso acusatorio a una importante firma de abogados para que le represente ante los tribunales para demandar por difamación, injuria y falsedad de escritura en su contra. Estos casos constituyen una infracción criminal tipificada por nuestro Código Penal y la Ley Monetaria y Financiera. Aquí nada tiene que ver con la libertad de prensa y de opinión.

Cuando se presentan estos eventos pareciera que estamos ante una terrible encrucijada en la que no sabemos si defender el derecho a la libertad de prensa o el de exigir respecto por la moral y la dignidad de las personas.

Pero si es muy cierto que la sociedad dominicana debe hacer un serio replanteamiento critico de la estructura y la función que desempeñan los medios de comunicación en la actualidad. Esto así, para que cada ciudadano entienda que su derecho termina donde empieza el de los demás.

A veces reflexionamos y creemos que perdemos la mística de informar para educar, por lo que es preciso que entendamos que ameritamos un tipo de regulación periodística de “libertad con fronteras”. Se debe saber quién debe, puede y tiene aval profesional para servir una información y si esta información puede dañar o no importantes reputaciones bien ganadas. Para estos casos el periodismo posee sus principios éticos y morales: la deontología.

Pero es lógico y real que cuando se está en campaña electoral, cualquier cosa es posible, y cuando algún sector de los que contienden en el evento por el control del poder político de la nación, no se siente seguro de poder lograr el favor de los electores por medio del trabajo y sus meritos políticos, entonces se acude a la campaña sucia y a los golpes bajos.