Por Jesús Belén
Hace algunos meses y posterior al triunfo de la candidatura presidencial del ingeniero Hipólito Mejía, nos atrevimos a decir que en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) se había decretado una división institucional sin solución visible y que la misma dejaba como resultados: un partido sin candidato y un candidato sin partido.
Partir de esta premisa no se hizo tan difícil, sólo bastó escuchar las palabras apesadumbradas de Miguel Vargas Maldonado cuando sin reconocer el triunfo de Mejía y alegando que fue victima de un fraude colosal en la convención del PRD donde, según él y sus seguidores, participaron más de 200 mil peledeístas a favor de Hipólito. Esa tarde, Miguel dijo: “yo declino a mis legítimas aspiraciones a ser el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para las elecciones del 2012”.
Para buen entendedor, pocas palabras bastan. Desde entonces y hasta hoy, hemos podido ver de manera clara y evidente, como, por un lado, el ingeniero Hipólito Mejía, candidato presidencial del PRD, tiene una agenda de trabajos prioritarios y por el otro lado, Miguel Vargas, presidente de ese mismo partido, tiene otra agenda de trabajo, pero muy distinta a la del candidato de su partido y que él nunca ha reconocido como tal.
Durante unos meses los seguidores tanto de Hipólito como de Miguel se han empeñado en tratar de esconder el real distanciamiento existente entre ambos dirigentes del partido blanco. Pero como el mentiroso y el cojo no llegan muy lejos, esta semana la situación de crisis interna en ese partido, ejemplo del caos y el desorden, se ha vuelto inocultable.
Más de una docena de voceros seguidores del presidente del PRD, Miguel Vargas Maldonado, se han destapado iracundos y desafiantes contra el equipo de estrategias de Hipólito Mejía, al que acusan de no querer darle participación en sus estructuras nacionales de campaña, razón por la que entienden el PRD perderá las elecciones de mayo del 2012.
Los miguelistas alegan que “los seguidores de Hipólito Mejía se están repartiendo los cargos gubernamentales creyendo que ya ganaron las elecciones y no nos dejan penetrar a sus estructuras cerradas de campaña y en algunos casos solo quieren que nos sumemos sin asumir compromisos políticos con nosotros”. Como lo que está a la vista no necesita espejuelos, no hace falta decirlo, pero bien: Hipólito y Miguel tienen agendas diferentes.
Como para un buen sastre para muestra un botón; quiero dejar ante sus consideraciones el siguiente dato: en el acto de conmemoración del 50 aniversario de la llegada de la avanzada del PRD al país integrada por Ángel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón y Castillo, en julio de 1961, realizado en el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), el gran ausente fue el candidato de ese partido Hipólito Mejía.
La contradicción es tan grande que ni siquiera se guardan las formas. Ni aún porque el día anterior el presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), presidente Leonel Fernández, encabezó un acto público donde pronunció un discurso económico y político a la nación, en donde le dio un fuerte abrazo al candidato de su partido, Danilo Medina, de quien dijo ayudará para que este sea el próximo presidente de la república en el 2012.
Expertos conocedores de la política interna perredeísta estiman que los seguidores de Miguel Vargas, ante estas actitudes, se sienten muy temerosos por la razón de que si Mejía llegase a la presidencia de la república desplazará a Miguel y su gente de la dirección del PRD por aquello de “la dulce venganza que a gustar convida”.
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