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Liderazgo vs Clientelismo - Gobernanzas

lunes, 25 de julio de 2011

Las 4 P del mercado electoral


Por Jesús Belén

Producto, precio, plaza y promoción.

El producto

Un candidato presidencial como producto ofertado al mercado electoral debe ofrecer a su universo de consumidores, es decir, a sus electores; los beneficios esperados y la satisfacción de sus necesidades varias, razón fundamental por la que se adquieren todos los productos ofertados al mercado de consumidores en sentido general. La regla es: Si quiero adquirir un producto, primero debo saber si éste satisface mis necesidades.

Todo candidato que se oferta en el mercado de competencia electoral debe tener en cuenta sus fortalezas y debilidades, así como las de sus candidatos opositores. Las ventajas comparativas son variables importantes que los expertos no deben perder de vista en una lucha cuerpo a cuerpo entre dos productos líderes. Importa mucho aquí el papel de su marca-partido. La calidad y la efectividad de los servicios prestados, históricamente, por la línea de productos de sus organizaciones políticas son determinantes.

Las estrategias del marketing político nos permiten definir claramente al candidato como un producto. Experiencias globales nos dicen que los electores han madurado en sus selecciones de candidatos y que estos votan por propuestas ofertadas, por programas de gobiernos y por las soluciones a sus más agobiantes problemas nacionales: políticos, económicos, sociales, ecológicos y demás.

El precio

El precio es una de las variables de marketing más importante y la de mayor frecuencia al momento de la tomas de decisiones por parte de los consumidores. Los electores deben saber que vale la pena pagar el precio fijado al producto antes de ser adquirido. Quieren conocer cuáles son los servicios que prestaría un candidato al momento de ser convertido en presidente de la nación. Estas son razones determinantes al momento de acudir a las mesas de votación.

Costos, competencia, demanda y referencias, son variables determinantes para el mercado elector al momento de la toma de decisiones para la adquisición de algún producto. Cuando ya conoces un candidato y las referencias de su gestión de gobierno han sido desastrosas, indiscutiblemente que la tendencia sería tratar de conocer el nuevo producto colocado en el mercado.

Que uno de los productos en competencia haya sido retirado del mercado, amén de haber llegado al declive de su ciclo de vida, por no haber llenado las expectativas que había ofertado a sus consumidores, esto indiscutiblemente ofrece ciertas ventajas a su competidor natural, el nuevo producto colocado en las plazas con grandes expectativas por sus propuestas esperanzadoras.

La plaza

En el campo estricto de la mezcla de mercado, la plaza se entiende como un lugar tangible o intangible donde se ofrecen los productos, es algo así como un canal de distribución o ubicación donde se obtienen los mismos. En el ámbito del candidato presidencial su plaza es nada más y nada menos que su nación, la que seria algo así como plaza macro y cada sector social o económico representaría sus mini plazas.

Los candidatos presidenciales al igual que las grandes corporaciones tienen sus intermediarios (dirigentes nacionales, locales y de base de sus partidos) los que se encargan de lograr y hacer efectiva la cadena de distribución de sus propuestas. Esto hace que la credibilidad o no que tengan cada uno de esos actores de intermediación política vendrían a favorecer o no al candidato en cuestión.

Los dirigentes que ejercen la labor de intermediación de los candidatos se constituyen en valores agregados, en sentido positivo, si su historial es aceptado de manera favorable por la comunidad que represente. Pero igual seria de valoración negativa si su tasa de rechazo es altamente contaminante y ruidosa como afectar el ambiente político en torno al candidato en el cuadrilátero.

La promoción

La promoción de un producto o candidato presidencial se puede realizar a través cuatro formas tradicionales: Publicidad, Venta personal, Relaciones Públicas y la Promoción directa. En esta faceta los candidatos hacen contactos directos –cara a cara- con los electores y expresan, como las pequeñas muestras de los productos en lanzamiento, quiénes son, qué ofertan, cómo actuarían y cuáles serían sus ventajas frente a la competencia.

Algo muy importante a considerar. Al igual que en casi todas las variables del marketing mix –mezclas de estrategias de mercados y planes operativos- la herramienta de promoción de los candidatos resulta ser una poderosa arma de doble filo. Si la misma esta bien dirigida y ejecutada, la campaña obtendría buenos resultados, pero si se comenten graves errores en la puesta en marcha del plan, entonces el candidato se va al suelo raudo y veloz.

En sentido promocional y publicitario, si el candidato sabe que su nombre está asociado a hechos o situaciones no sanos o peor aún, desastrosos, entonces éste tendrá que ampararse en un apodo o sobrenombre para así evitar la producción de un virus de influencia negativa para su candidatura. Además y sobre todo que con este slogan podría esconder el hecho de no tener una propuesta adecuada y clara que ofertar a la población de votantes.

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