En los últimos días, y con un lenguaje seudo revolucionario, Rafael (Fafa) Taveras, alto dirigente del PRD-PPH y miembro de su equipo de estrategias políticas, se la ha pasado llamando a las mujeres de su partido a organizar un “cacerolazo nacional”, emulando las marchas de “las cacerolas vacías” organizadas por la extrema derecha de Chile y que terminó con el derrocamiento del presidente democrático Salvador Allende.
El brillante plan de Fafa Taveras se puso en práctica, y qué mal le quedó la copia. Mujeres perredeístas seguidoras del candidato opositor, Hipólito –papá- Mejía, se movilizaron en las 32 provincias del país. En la ciudad capital pudimos apreciar a muchas “señoronas” con unas ollas esmaltadas, sobre lujosas yipetas y carros de últimos modelos, las cuales no tenían pintas de pasar hambre ni mucho menos representaban a las más humildes ciudadanas.
El ejemplo de las ollas tiene muchas lecturas, tanto en el aspecto histórico como socio-político. Las marchas de “las cacerolas” de chile sólo sirvieron para hacer retroceder, en lo político y en lo económico, a un pueblo que había tomado la decisión de transitar por el camino de la democracia y la defensa de los intereses nacionales de su país.
El Partido Demócrata Cristiano y la derecha política chilena, contando con el apoyo logístico y económico de los EE. UU., representados en ese entonces por el presidente Richard Nixon, Gerald Ford, George W. Bush y la CIA, estructuraron una escalada golpista encabezada por las Fuerzas Armadas y los carabineros chilenos. Para esto trazaron un nefasto plan golpista y aquellas “marchas de cacerolas vacías” eran parte de su estratagema.
Aquellos “cacerolazos” eran parte de una estrategia política estructurada por el sector ultraderechista y conservador de Chile que rechazaba las medidas democráticas y populares del presidente Salvador Allende. “La estatización de la banca privada”, “la nacionalización de la Gran Minería de Cobre” y múltiples medidas de corte socialista, fue lo que llevó a los gorilas chilenos a conspirar contra aquel gobierno popular.
El que sectores políticos dominicanos que apoyan al candidato opositor, Hipólito Mejía, quien representa el retroceso, el caos y la inestabilidad económica del país, hayan decido recorrer los mismos pasos que transitó la clase conservadora de Chile para malograr los avances democráticos de aquella gran nación; eso dice muy bien de los planes que tienen estos “dañalotodo” para nuestro hermoso país.
Los seguidores de Mejía, que están que no pegan una, se valen de una sarta de argumentos infundados para tratar de desmeritar la buena gestión de gobierno que ha realizado el presidente Leonel Fernández, para así querer afectar el buen posicionamiento de repunte que experimentan Danilo Medina y Margarita Cedeño de Fernández.
La falsedad de escritura, los inventos de cuentas bancarias en el exterior, los alegatos de suspensión de visados a personas cercanas al presidente Fernández, las provocaciones a militares y policías, mandar a mujeres perfumadas a “cacerolear” a las calles, argüir supuestas dislocaciones de listados de votantes; nada de eso cambiará el rumbo del actual proceso electoral que culminará con el triunfo de Danilo Medina en primera vuelta.
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