Las campañas de los candidatos de los principales partidos del país, Danilo Medina del PLD e Hipólito Mejía del PRD, deben desarrollarse en base a las propuestas que ambos líderes y partidos tengan para presentar a los ciudadanos electores y evitar por todos los medios el uso desmedido de las descalificaciones, las diatribas y los insultos pueriles.
Apelando a nuestras tradiciones cristianas, es preciso que nuestros políticos aprovechen este feriado de Semana Santa, la cual empieza con el “domingo de ramos” y su remembranza de "Las Palmas" y de la pasión, para abogar por la decencia política y electoral. La reflexión y la paz son símbolos referentes en estas fechas, y es saludable que la clase política nacional haga votos de conciencia en tal sentido.
Recientemente los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Revolucionario Dominicano (PRD), Dominicanos por el Cambio (DXC) y Alianza por la Democracia (APD) suscribieron un pacto de civilidad entre las partes, con testigos católicos y evangélicos, y donde garantizan que terminarán el periodo restante del actual proceso, con una campaña basada en propuestas y no en diatribas y acusaciones personales.
Dicho pacto fue firmado en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y contó con la mediación del Cardenal López Rodríguez y el Monseñor, Agripino Núñez Collado, mejor conocido como “el gran mediador”. El presidente de la Junta Central Electoral, magistrado Roberto Rosario, endosó el documento junto a los candidatos y presidentes de los partidos que se comprometieron ante el país.
En el referido documento los partidos acuerdan, entre otros puntos: “mantener durante su campaña un discurso y la utilización de un lenguaje caracterizado por propuestas que no fomenten el odio, las rencillas y las reacciones violentas de su militancia, sobre todo a través de los medios de comunicación social”.
Un punto muy importante y de extrema seguridad para el estado democrático del país es el que reza: “Los candidatos y partidos convienen no proclamarse vencedores e instruir a sus simpatizantes para que no se produzcan celebraciones de la victoria antes de que se hagan públicos los resultados oficiales por parte de la JCE y a su vez se comprometen a aceptar los resultados”.
Toda la sociedad política, económica y fáctica de nuestra nación quiere y aboga porque los resultados de estos comicios sean una carta de triunfo para el pueblo dominicano y todas sus instituciones activas, que ganadores y perdedores deben acatar los resultados del proceso con humildad y prudencia. Los ímpetus de los revoltosos no podrán jamás ser los ejes centrales de un engranaje social que procura la paz y el sosiego.
Las palabras sabias de nuestro Cardenal, Nicolás de Jesús López Rodríguez, de que confía plenamente en nuestra Junta Central Electoral y que los partidos deben advertir a su militancia no lanzarse a las calles a proclamarse ganadores antes que el tribunal comicial hable con su sentencia definitiva y declare ganador y como próximo presidente de la República a uno de los contendores, para el periodo 2012-2016.
Algunos analistas experimentados recomiendan a los estrategas del PRD a no mantener en la palestra pública el discurso de que “a este país no se le puede salir el 20 de mayo con otra cosa que no sea que Hipólito Mejía ganó las elecciones”. Esto, mezclado con la campaña de cuestionamientos públicos al presidente de ese organismo, Roberto Rosario, denuncias de mil y un argumentos infundados sobre las elecciones, es sencillamente, muy preocupante.
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