Por Jesús Belén
En nuestro bien amado país coexiste un sector, casi invisible, que crece y se extiende ampliando los niveles de marginalidad a la vista de todos, segregándose cada día hacia la más abyecta vulnerabilidad, la que como resultado del clientelismo político y de la falta de criterio de los propios actores sociales su maldición es fruto de una irresponsabilidad social compartida.
Cruda realidad dominicana: Una humilde casa al borde del derrumbe
Se trata de un terrible y dramático rompecabezas. Miles de familias marginadas por una realidad social aplastante y excluyente por demás, oriundos de las distintas zonas rurales y del mismo centro de la ciudad, se van distribuyendo por decisión propia en las orillas de los ríos y cañadas, construyendo casuchas al borde de precipicios con improvisadas columnas cimentadas sobre caliche y que resultan ser poco resistentes a los aguaceros.
Gobiernos con autoridades clientelistas que se hacen de la vista gorda ante esta oscura realidad. Políticos desalmados que usan ese cuadro crítico social como recurso de campaña electoral para, anestesiando a esos pacientes de la muerte silente, prometer soluciones estomacales momentáneas pero sin mirar hacia el problema real, su vulnerabilidad social y climática.
Calles inundadas, Santo Domingo
Ahora que acabamos de pasar por un periodo de intensas lluvias se repiten los titulares de los diarios: “Se ahogan cinco por crecida de río”, “Derrumbe sepulta familia”, “Autoridades van en auxilio de moradores de la barquita”… ahora bien, pasado el periodo atmosférico de intensas lluvias todo sigue igual, la irresponsabilidad compartida se repite.
La Barquita, Santo Domingo
El tema de la vulnerabilidad social y climática ha sido tocado muchas veces por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y demás organismos satélites, pero siempre vemos cierta timidez en las ejecuciones de los planes que resultan de sus foros y conferencias magistrales impartidas por expertos bien pagados. A pesar de todo el problema continúa y se extiende como verdolaga en tierra baldía.
Organización de las Naciones Unidas
La realidad estriba honestamente en la profunda división, amplia brecha, entre ricos y pobres, esos cordones de miserias que crecen cada día. Se trata de cómo llevar a cabo una mejor distribución de las riquezas adquiridas por los distintos factores que intervienen en la producción de la riqueza misma. El progreso y la miseria están cada día más distanciados en nuestros países.
Al margen de discursos intencionados de campañas politiqueras, debemos reconocer que en nuestro país se ha producido un real crecimiento económico y con notable estabilidad. Sin llegar a conclusiones en base a los términos de Carlos Marx y quedándonos en Henry George podemos pedir a los próximos gobiernos que hemos de darnos los dominicanos una mayor y más equitativa distribución de nuestras riquezas.
Varios países del mundo han logrado una convivencia de clases sin tener que romper con el sistema capitalista de producción de bienes y riquezas. Brasil por ejemplo, en los gobiernos de Ignacio Lula Da Silva, ha logrado sacar a millones de pobres de su estado de miseria social y económica y los ha elevado a la condición de clase media. Es tiempo de que los dominicanos nos demos un gobierno que sea capaz de aplicar medidas que permitan crear más riquezas y eliminar un poco la pobreza.
0 comentarios:
Publicar un comentario