La propuesta del presidente Fernández de que 1,300 soldados del Ejército Nacional sean integrados a las fuerzas internacionales de ocupación en Haití, conocidas con el nombre de Minustah, sería un gran error político de su parte, esta medida equivaldría a desbaratar con las botas lo que solidariamente ha construido con las manos.
El gobierno dominicano no puede perder de vista que ese ejercito militar bajo la dirección de la ONU, tiene la misma connotación, salvando las circunstancias, que la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), que en 1965 ocuparon militarmente nuestro territorio con el alegato de venir a salvar vidas.
La política de “gendarme internacional” ejercida por las potencias imperiales y los países súper poderosos siempre busca el aprovechamiento de circunstancias geopolíticas, naturales, económicas, étnicas, ideológicas, etc., etc., para justificar su control y dominio político-militar sobre los pueblos y países menos poderosos.
Si los dominicanos hemos logrado un reconocimiento internacional por la excelente cooperación solidaria manifiesta hacia Haití, si hemos dado todo sin condicionalidad, si hasta ahí todo va muy bien, ¿para qué pasar entonces al plano militar intervencionista enviando tropas de nuestro ejército al vecino país?, ¡No lo dañe señor Presidente!
Está claro que los planes de EE.UU y República Dominicana son totalmente distintos y que perseguimos propósitos diferentes con nuestras presencia en Haití. Mientras el gobierno dominicano se volcó con ayudas solidarias para salvar vidas y alimentar a los hambrientos, el gobierno norteamericano se despacha enviando cerca de 5,000 soldados más hacia Haití para reforzar su ya presencia militar en la vecina nación.
Entre Haití y República Dominicana existe un matrimonio con separación de bienes y con divorcio. Desde ambas partes de la isla siempre se han escuchado voces que apuestan a una confrontación entre ambos países y también las hay que plantean que EE.UU, Francia y Canadá buscan la fusión de las dos naciones.
En el hipotético caso de una eventual participación militar de nuestras Fuerzas Armadas en Haití, si se presentase el escenario en el que soldados dominicanos, aun con uniformes de la MINUSTAH, en una de esas tareas rutinarias de “imponer el orden” en medio del caos y la violencia, hiriesen o matasen a nacionales haitianos dentro de su territorio, ¿qué podría pasar con nuestras relaciones bilaterales?, ¿cómo abordarían los genios del mal esta situación?, ¿cuál sería la reacción del gobierno haitiano?
Realmente, Presidente Fernández, la situación es para ponderarse cuidadosamente.
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